lunes, 2 de abril de 2007

Alegoría del director

. . .En un retablo del estado del corazón, pude comprender porqué todas las veces que hice aquello fueron causadas por mi uso de la razón.
. . . . .Jiuck. . . . .

. . .Inquietante vi cómo Pepe se alejaba lo suficiente como para caer en la banalidad. La frustración resurgía cómo el Fénix que volvía. Y, aun así, la lluvia, incesante, no dejaba de golpear en el frente abierto. La herida, que fue desgajada longitudinalmente, extendía sangre en el sentido gravitacional, consiguiendo que la nostalgia revivida fuera el punto álgido con el que me acogía a la melancolía que me confinaba. Me desgastaba. La rectificación del momento era algo importante, pero pasajero y muestra de ello fue que al haber pasado, nada pensado en la posterioridad fuera a ser de provecho para aquel gran tormento del pasado.

. . .Todo ello era como estrías que aparecían sin causa en una piel blanca y pálida que se estremecía ante las caricias de una demostración falsa y falaciera. Un reino aturdido por soldados ensimismados por la merma incipiente de un ejército decadente ante la profunda nada. Y todo para perderse en la nostalgia de un pasado ya pasado y una frustración rota al contemplar trocitos de éxitos fallidos y desestimados.

. . .Un conjunto de vicisitudes auspiciaban grandes dosis de tremenda soledad; soledad desolada por la vorágine depresión a la que se sometía. Por el decrépito final al que se sumía.

. . .Aunque intrépida, una voz de mi interior cedió y logró emerger cual hecho glorioso precede a una catástrofe. Habló, dialogó e hizo entender a Pepe el regreso al que se debía atener. Las pautas a las que se debía ceñir y el entresijo de oportunidades que aun no se le habían cerrado ni estancado. Podía recuperar todo sin desesperarse mirando hacia atrás en el tiempo, sino hacia atrás en el camino. En lo ya recorrido, pero por otro sendero.

. . .Así, ávido en reflejos, pero falto de ganas y entero en cuanto a conocimientos, consiguió venir a mí. Consiguió conseguir lo que se le había encomendado y así, asignado, continuar su tarea e ir en busca de un nuevo sendero sin perderse ni derrumbarse, siguiendo el nuevo camino que yo, el director le había marcado. Siguiendo así, el camino que el director, en su momento recorrerá sin peligros y con pies de plomo para asegurar su llegada hasta otro punto; aquel donde me espere Pepe cuando su tarea halla completado. Sin siquiera mirar atrás sobre lo caminado.

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